Dos meses atrás, en cientos de barrios de todo el país, se hicieron asambleas para empezar a discutir la necesidad de un Salario Básico Universal en Argentina. Allí empezó una campaña motorizada desde distintas organizaciones y sectores sociales para convertirlo en una política concreta.
El Salario Básico Universal, según sus impulsores, funcionaría como “un piso mínimo de dignidad para todas las personas, como una forma de equilibrar la cancha y de reconocer el trabajo invisibilizado. Sería una forma de hacer un poquito menos desigual el planeta, y de hacer que los números cierren, pero con la gente adentro”. Y explican que se habla de un salario, porque reconoce que muchas personas trabajan pero lo hacen en la economía informal, precarizados o necesitan varios trabajos para llegar a un sueldo. Que se habla de un ingreso básico porque se trata de lo mínimo que necesita una persona para comer. Y es universal porque es para todo aquel que lo necesite, sin intermediarios.
En base a quienes se anotaron para recibir el último IFE, se calcula que en Argentina hay 7,5 millones de personas que necesitan esta política. Y sus impulsores insisten en que existen diferentes formas de financiarlo sin que represente para el país ningún tipo de problema. Porque, aseguran, es además “una gran oportunidad para ordenar, eficientizar y transparentar las políticas sociales actuales, haciendo una sociedad mucho más igualitaria, más justa y más pacífica”.
La implementación de una política como esta supondría eliminar de forma inmediata la indigencia en Argentina. Y permitiría reducir fuertemente la pobreza si es acompañada con medidas complementarias de apoyo al empleo. A ese caracter igualador de la propuesta hizo referencia el Papa Francisco en octubre del año pasado, cuando se refirió al tema pidiendo la implementación de “un ingreso básico o salario universal, para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida”. Desde Ciudad Futura, organización que adhiere e impulsa la propuesta, aseguran que: “El mundo avanza hacia nuevas formas de organizar las políticas sociales, las jornadas de trabajo y la vida en general. Y en Argentina los movimientos sociales nos ponemos a la vanguardia de este cambio que se viene en todo el planeta”.