Juntas, organizadas, empoderadas y deseantes como respuesta política

El domingo 27 de noviembre en el Centro de las Juventudes se desarrolló el segundo encuentro de activismo gordo, un ámbito para pensar estrategias colectivas frente a las prácticas gordo-odiantes de la sociedad y el sistema médico hegemónico. Para así poner en crisis los tradicionales conceptos de patologización que critican la diversidad corporal.

El discurso médico y social que predomina es el que le otorga al sobrepeso una carga antagónica de lo que es “ser saludable”, para el cual una persona gorda padece distintos tipos de enfermedades. Situación que está instaurada en la sociedad por lo que la gordofobia, que es una violencia estructural y sistemática, se traduce en un maltrato recurrente hacia las personas gordas simplemente por el hecho de tener esa corporalidad. “El gordo odio tiene una complejidad extra para quienes decidimos desafiar esos estereotipos y no someternos a lo que la cultura y el mercado nos mandata, ya que están tan naturalizadas en nuestra sociedad que muchas veces vienen camufladas en un supuesto interés en nuestra salud, cuando en realidad son prácticas de discriminación y violencia que la mayoría de las veces afecta la subjetividad de quien la padece”, sostiene Luz Ferradas, una de las organizadoras del encuentro.

En un país ocupa el segundo lugar en el ranking mundial de personas que sufren algún trastorno de la conducta alimentaria, los parámetros de belleza y la aceptación social están relacionados de manera directa con la delgadez. Luz Ferradas, remarcó: “Lo importante y urgente que es conseguir una agenda de lucha que le exija al Estado la atención de las discriminaciones que sufren los cuerpos gordos”. En ese sentido, el impacto es mayor en las subjetividades y en la salud mental cuando al momento de ir a comprar ropa no se consigue el talle, por lo que en algunos casos lleva a las personas a establecer una dieta que se vincula con presiones estéticas, patrones culturales y estereotipos. Por eso, continuó: “Los estereotipos de belleza, la presión estética, es una violencia simbólica que recibimos las mujeres. Particularmente las mujeres gordas tenemos un tipo de violencia reservada para nosotras que se manifiesta de muchas maneras y que tiene que ver con las discusiones que tenemos dentro del colectivo”.

Ni el sol radiante y ni las altas temperatura del domingo impidieron la participación de más de 150 personas que llegaron a Rosario desde distintos puntos del país a este evento organizado por el Colectivo Gordes Activando, Gordes del Oeste y activistas de Rosario, donde debatieron durante todo el día en los talleres sobre Salud y Gordofobia; Escuela, Crianzas y Gordofobia; Cultura de la delgadez; Deseo y Gordofobia.

La concejala y activista Luz Ferradas remarcó: “Uno de los estereotipos es que las personas gordas somos enfermas solamente por la cantidad de kilos que tenemos. Eso lo estamos discutiendo, porque no es así, no hay ninguna enfermedad que sea exclusiva de los cuerpos gordos, hay algunas que usualmente o culturalmente se asocian a nuestros cuerpos, pero que también las padecen los cuerpos flacos”.

En una sociedad que le hace culto a la delgadez, el maltrato suele comenzar a muy temprana edad, en muchos casos, en las consultas o controles con el pediatra. El control social no sólo pasa por la ideología, también pasa por los cuerpos. Así se reproducen representaciones que invaden lo colectivo: qué cuerpo es saludable y cuál es un cuerpo enfermo. Normalizando ciertos parámetros y descartando todo lo que no se ajuste a su medida. La concejala de Ciudad Futura, Ferradas sostuvo que “la diversidad tiene que ser la norma. Hay que correr cualquier otro tipo de discurso y pensar que todos los cuerpos son diversos, no hay una única forma de habitar este mundo, todas son válidas y estamos señalando la violencia específica que recae sobre nuestros cuerpos y de otras identidades también”.