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VIOLENCIA Y DESIGUALDAD

No nos movemos del CJP hasta que los fiscales nos den toda la información

Se difundió un cúmulo de información que los fiscales eludieron darnos durante todo este tiempo. Ayer se difundió información que la fiscalía escondió celosamente a esta parte querellante.

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Ayer en la audiencia se difundió un cúmulo de información que los fiscales eludieron darnos durante todo este tiempo. Más concretamente, ayer se difundió información que la fiscalía escondió celosamente a esta parte querellante, quienes formamos parte de la acusación.

Durante estos tres meses se investigó incesantemente a la víctima y su entorno: no encontraron nada. Se robaron el celular de Carolina del lugar del hecho: no se hizo nada. Se intentó plantar un testigo falso: no pasó nada.

Pero la investigación del crimen de Eduardo Trasante, tras dos meses de un amesetamiento considerable, cobró ayer un elocuente giro después de que la fiscalía haga conocer a los medios de comunicación (antes que a la propia querella, quienes representamos a la viuda de Eduardo) unos carteles que ni siquiera fueron valorados por las partes como elemento de prueba ni mucho menos como potencial móvil del crimen. Esto, por una razón: no se sostiene en ningún otro elemento incorporado a la causa, y contrasta formidablemente con la imputación como participe del crimen de Rodríguez Granthom. Realmente, es inverosímil que los carteles con inscripciones ventilados en la audiencia de ayer puedan siquiera acercarse al móvil del crimen. Entre Rodríguez Granthom, narco con un peso importantísimo en el organigrama criminal de esta ciudad (imputado por su participación como arquitecto del homicidio de Trasante) y los carteles que aparecieron en el celular de otro de los imputados hay una distancia demasiado grande como para soslayarla. Este crimen, que nunca dudamos en decir que constituye un mensaje mafioso contra la democracia, que sumó hoy entre sus imputados al mayor proveedor de cocaína de máxima pureza de la ciudad, que se presume fue ordenado por este último desde la cárcel de Piñero con un ofrecimiento de 500.000 pesos para sus ejecutores, ha dilapidado meses de investigación focalizando en la víctima y su entorno. No parece lo más aconsejable retomar ese camino, menos cuando enfrente tenemos como imputado a un líder criminal de envergadura. Preocupados por la actuación de los fiscales, sin acceso a toda la información de la causa, no nos movemos de acá hasta que Ávila y Edery nos den hoy mismo, ya, todo el material de la investigación.

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